En lo que se trata de un
avance potencial para el tratamiento de la diabetes tipo 1, unos investigadores
han convertido con éxito células cutáneas de ratones en células beta
productoras de insulina.
Y cuando esas células se
trasplantaron a unas cuantas docenas de ratones diabéticos, sus niveles de
glucemia volvieron casi a la normalidad, hallaron los investigadores.
Además, anotaron, la técnica
utilizada para transformar esas células es más segura que otros métodos que se
han utilizado para convertir un tipo de célula en otro.
Si este tratamiento funciona
en los humanos como en los ratones (lo que sigue siendo un gran obstáculo),
podría significar el fin de las inyecciones diarias de insulina para las
personas con diabetes tipo 1, sugirieron los investigadores.
"Si podemos producir
células beta ilimitadas, esto representaría una cura potencial para la diabetes
tipo 1", aseguró el autor principal del estudio, el Dr. Sheng Ding,
investigador principal de los Institutos Gladstone y profesor de química
farmacéutica de la Universidad de California, en San Francisco.
La diabetes tipo 1 es una
enfermedad autoinmune, según la JDRF, que antes se conocía como la Juvenile
Diabetes Research Foundation. Esto significa que el sistema inmunitario del
cuerpo ataca a células sanas en lugar de células foráneas, como las bacterias.
En el caso de la diabetes
tipo 1, el sistema inmunitario destruye las células beta, que producen la
insulina en el páncreas. La insulina es una hormona que es necesaria para
metabolizar de forma adecuada los carbohidratos de los alimentos para proveer
energía para el cuerpo y el cerebro.
Las personas con diabetes
tipo 1 producen poca insulina, o no la producen. Para sobrevivir, deben inyectarse
insulina varias veces al día o usar una bomba de insulina que suministra
insulina a través de un pequeño tubo que se inserta bajo la piel cada unos
cuantos días.
Ding aseguró que se ha
tenido éxito al reemplazar las células beta mediante trasplantes, pero que hay
desventajas. Las personas que reciben trasplantes deben tomar fármacos
inmunosupresores, que tienen efectos secundarios y riesgos a largo plazo.
Además, simplemente no hay suficientes donantes para satisfacer la demanda
potencial. Y en la diabetes tipo 1, el sistema inmunitario siempre está listo
para destruir las nuevas células productoras de insulina.
De forma que lo necesario es
un gran suministro de células beta para trasplantar. De eso surgió la idea de
convertir las abundantes células, como las de la piel, en células beta.
Otros investigadores han
tomado células cutáneas y las han revertido a lo que se conoce como
"células madre pluripotentes inducidas", que son similares a un
lienzo en blanco que entonces se puede animar a convertirse en casi cualquier
tipo de célula. Pero eso es un proceso complicado que depende de los virus para
introducir las instrucciones de reprogramación de las células. Ese proceso
puede provocar que las células continúen reproduciéndose, lo que puede conducir
a cánceres, según los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU.
Pero Ding y sus
colaboradores pudieron convencer a células existentes para que funcionaran como
células beta pancreáticas sin un virus, y sin regresarlas hasta la etapa de
lienzo en blanco.
"Usamos una estrategia
distinta", explicó Ding. "Usamos moléculas pequeñas o medicamentos
para inducir la activación celular. Dimos a la célula un mayor potencial, pero
no la regresamos hasta convertirse en la célula más primitiva, y entonces proporcionamos
un conjunto distinto de señales para dirigir a las células a la etapa de célula
beta pancreática. Es un proceso más seguro y rápido".
Los investigadores
consideran que este estudio es un primer paso. "Se trata de un estudio de
principio de prueba", aseguró Ding. "Debemos optimizar más nuestra
estrategia para las células humanas. Debemos comprender las limitaciones y
desafíos de reprogramar las células fuera del cuerpo y luego reintroducirlas al
organismo. En última instancia, esperamos proveer una pastilla que funcione de
forma específica para reprogramar las células en el cuerpo".
Un experto que no participó
en el estudio describió otros beneficios potenciales.
"Una de las ventajas de
este método es que al realizar este tipo de reprogramación en un paso, el
resultado no es el tipo de células que tienen un potencial de proliferación
descontrolada. Eso podría ser una ventaja de seguridad. Este método también
podría, en teoría, ahorrar muchísimo en el costo", planteó Albert Hwa,
científico principal de programa de la JDRF.
Sin embargo, otra experta
apuntó que los resultados de estudios animales no siempre aplican a los
humanos.
"Es un magnífico
estudio en ratones. El próximo paso debe ser ver si sucede con células humanas.
Las células de ratón son muy diferentes. Aunque hemos aprendido mucho del
ratón, esto debe adaptarse a los humanos", planteó Julia Greenstein,
vicepresidenta de terapias de cura de la JDRF.
"Si funciona en
humanos, potencialmente se podría producir un producto para trasplantarlo a una
persona", apuntó, y añadió que esas células tendrían que encapsularse o
las personas tendrían que tomar un fármaco inmunosupresor, porque sería
demasiado costoso producir estas líneas celulares a partir de las células de
cada individuo.
Este estudio también
ampliará el conocimiento sobre la medicina regeneradora, afirmó Greenstein.
"Si podemos comprender algunas de estas señales [de reprogramación], quizá
podemos comprender cómo cambiarlas", anotó.
Ding dijo que aunque tienen
esperanzas sobre su método, es demasiado pronto para predecir cuándo podrían
comenzar ensayos con humanos.
Los resultados del ensayo
aparecen en la edición del 6 de febrero de la revista Cell Stem Cell.
Artículo
por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Sheng Ding,
Ph.D., senior investigator, Gladstone Institutes, and professor, pharmaceutical
chemistry, University of California, San Francisco; Albert Hwa, Ph.D., senior
program scientist, JDRF; Julia Greenstein, Ph.D., vice president of cure
therapies, JDRF; Feb. 6, 2014, Cell Stem Cell, online
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Derechos de autor 2014, HealthDay