La vida en grupo implica un riesgo importante: la de ser expuestos
a patógenos contagiosos. Para
contrarrestar este peligro,
diferentes estrategias han evolucionado
en especies sociales. En el caso de
los roedores, las señales olfativas
específicas emitidas por individuos enfermos inducen conductas de evitación
entre sus pares. El equipo de Iván Rodríguez, profesor de la Facultad de
Ciencias de la Universidad de Ginebra (UNIGE), Suiza, desvela los mecanismos neurales que subyacen a este
comportamiento, en un estudio publicado en la revista Current Biology. Los
investigadores encontraron que el sistema vomeronasal,
especializado en la detección de
feromonas, identifica signos de
enfermedad y desempeña un papel clave en la respuesta de evitación del
ratón. Estos resultados revelan una nueva función que desempeña este sistema neural.
Los animales sociales
encuentran muchas ventajas a vivir
juntos. Sin embargo, una estrecha interacción los pone en alto riesgo de
transmisión de agentes patógenos. Diversas estrategias
originales de evitación defensivas han surgido durante la evolución: algunas
especies de langosta evitan compañeros que llevan un virus letal, mientras que las hembras de diferentes especies de
aves rechazan machos parasitados, que se identifican a través de su
ornamentación sexual alterada.
Una preferencia innata
En el caso de los roedores,
las señales olfativas específicas emitidas por individuos enfermos inducen
conductas de evitación entre sus pares. Para determinar los mecanismos neurales
que subyacen a esta capacidad, el grupo de Iván Rodríguez, profesor del
Departamento de Genética y Evolución de UNIGE, llevó a cabo una serie de
experimentos. Primero, los investigadores compararon el comportamiento de los
ratones con respecto a sus pares sanos o enfermos. "Tanto los animales
infectados con el virus de la hepatitis
murina y los que se enfermaron artificialmente fueron fuertemente evitados por sus pares sanos", dice Madlaina Boillat, investigador y primer autor del
estudio.
En los mamíferos, la percepción de moléculas presentes en el medio
ambiente se produce a través del sistema
olfativo principal y el sistema
vomeronasal. Este último regula comportamientos
sociales innatos a través de feromonas detectadas por un sensor situado en
el extremo interior de la nariz y llamado el órgano vomeronasal (VNO). Para determinar qué circuitos neuronales estaban
involucrados en la respuesta de evitación, los investigadores alteraron, física
y genéticamente, el funcionamiento del OVN de ratones. Esta alteración inducida
muy específica resultó drástica: los
ratones ya no mostraron ninguna preferencia hacia sus semejantes sanos.
"Hemos identificado el
sistema neuronal que permite a los roedores reconocer a sus compañeros enfermos
y poder evitarlos, afirma Iván Rodríguez. En cuanto a los receptores químicos
involucrados en este proceso, hay muchos candidatos, pero en este momento
estamos probando la posible participación de una familia de los receptores
vomeronasal llamados FPRs, que hemos
descubierto en 2009, en el reconocimiento de los compuestos de enfermedad
relacionada ". Esta nueva función se suma así a las otras funciones del
sistema vomeronasal, conocido para mediar
la discriminación sexual contra hombres, mujeres y menores de edad, así
como evitar a los depredadores.
¿Qué pasa con los humanos?
¿Por qué estamos atraídos a
un individuo en particular? Hasta la fecha, una sola evidencia de la interacción de feromonas se ha demostrado en
nuestra especie. La feromona
involucrada se produce en las axilas de las mujeres y afecta el ritmo menstrual
de otras mujeres. Esta molécula aún no ha sido identificada, pero es
percibida por el sistema olfativo. En cuanto a si el OVN está involucrado, es poco probable, ya que este órgano involuciona
rápidamente durante el desarrollo humano. El misterio sigue sin resolverse,
pero los científicos no han dicho su última palabra todavía.
Referencia:
Madlaina
Boillat, Ludivine Challet, Daniel Rossier, Chenda Kan, Alan Carleton, Ivan
Rodriguez. The Vomeronasal System Mediates Sick Conspecific Avoidance.Current
Biology, 2015; DOI: 10.1016/j.cub.2014.11.061