El desarrollo psíquico es el proceso mediante el cual el ser humano
asimila la experiencia histórico-social de su especie. Es un proceso dialéctico
de automovimiento, de ruptura de la continuidad y de saltos hacia escalones
superiores. Es un proceso de cambio que conduce a que cada periodo evolutivo
nazca lo nuevo y a la vez lo viejo se reestructure sobre una nueva base.
El concepto que nos permite comprender cómo se
produce el desarrollo psíquico es el concepto SITUACIÓN SOCIAL DEL DESARROLLO.
La situación social del desarrollo es
aquella combinación especial de los procesos internos del desarrollo y
las condiciones externas que es
típico de cada etapa y que condiciona también la dinámica del
desarrollo psíquico durante el
correspondiente periodo evolutivo y las nuevas formaciones
psicológicas cualitativamente peculiares, que surgen hacia el final de
dicho período.
A partir de este concepto se hace
necesario aclarar algunos términos.
Lo interno se refiere a las
cualidades biológicas y psicológicas del individuo y a las estructuras
subjetivas psicológicas con que cuenta (nivel de desarrollo de los procesos
psicológicos y de la personalidad en general)
Lo externo se refiere al
sistema de influencias que rodea al individuo y que actúa en la configuración
de su subjetividad. Lo veremos a través de los sistemas de actividad y comunicación.
Las características peculiares de la comunicación
que el sujeto establece con otros resulta esencial en la asimilación de la experiencia social, y
así mismo resulta importante la actividad en la que se enmarca esta
relación.
Dentro de todo el sistema de
actividad del individuo en cada etapa
hay alguna que se considera como la actividad fundamental o rectora ya que es la que posibilita que ocurran las
transformaciones fundamentales del período; en ella se originan y
estructuran los procesos psíquicos
particulares de dicha etapa.
Las neoformaciones o nuevas
formaciones psicológicas son los logros desde el punto de vista del
desarrollo de los procesos psicológicos que se producen en cada etapa y que
permite diferenciarlas cualitativamente.
Las etapas o períodos evolutivos:
son los momentos en que se divide el desarrollo psíquico. Son periodos que se
comportan de manera similar en todas las personas, aunque esto no es algo
rígido, y los cuales se caracterizan por el surgimiento y fortalecimiento o
desarrollo de una o varias funciones psíquicas específicas.
El desarrollo es un proceso que posee
cierta continuidad, sin embargo la propia dinámica del proceso y las exigencias
del medio en que se desenvuelve el individuo hacen que en algunos momentos se
produzcan saltos cualitativos en el desarrollo. Así se presentan las crisis
del desarrollo que son momentos de
malestar para el individuo, de conflictos con quienes le rodean, pero que
indican la existencia de nuevas necesidades que demandan satisfacción. Por lo
tanto la existencia de una crisis nos indica que el individuo está listo para
adentrarse en una nueva etapa del desarrollo, lo cual es además la vía de
solución de la crisis.
Aunque se tiende a ver las crisis como
algo negativo, no lo consideramos así pues estas pueden traer resultados
positivos para el desarrollo: la crisis es una oportunidad para el cambio.
De acuerdo con todo esto el desarrollo
psíquico se puede dividir en las etapas siguientes:
Ø lactancia (hasta 1 año)
Ø edad temprana (hasta 3
años)
Ø edad preescolar (hasta 6
años)
Ø edad escolar (hasta 12
años)
Ø adolescencia (hasta 20
años)
Ø juventud (hasta 30 años)
Ø adultez (hasta 60 años)
Ø senectud (hasta la muerte)
A partir de este momento estudiaremos
las características de cada etapa.
LACTANCIA
(hasta el
año, aproximadamente).
A partir del momento del nacimiento y
hasta los 30 días aproximadamente el niño atraviesa lo que se considera una
subetapa dentro de la lactancia: el periodo neonatal o de recién nacido. En
este caso no profundizaremos en esta subetapa de manera separada, sino que la
veremos de una manera más general, dentro de la lactancia.
El recién nacido no sólo
presenta los reflejos incondicionados que permiten que funcionen los sistemas
que le garantizarán la vida, sino que además presenta un grupo de reflejos que
le permiten interactuar con los estímulos físicos de un medio ambiente al que
se enfrenta por primera vez. Así, aparecen reflejos defensivos o protectores,
que implican un rechazo o una limitación de la acción de estímulos demasiado
intensos; los reflejos de orientación, que se caracterizan por una búsqueda, un
acercamiento al estímulo; el reflejo de succión, que se activa con la
introducción en la boca del niño de cualquier objeto; los reflejos prensil y de
gateo, que responden a la estimulación en la palma de la mano y en la planta
del pie, respectivamente.
Pero desde el punto de vista interno,
la característica principal del recién nacido es la posibilidad ilimitada de
adquirir nuevas experiencias y formas de conducta humana. Si la
satisfacción de las necesidades orgánicas (alimentación, sed, sueño, etc.) se
encuentra asegurada, luego del periodo neonatal deben aparecer otras
necesidades que son la base del desarrollo psíquico durante la lactancia: necesidad
de nuevas impresiones, de movimientos, de relación con los adultos, de afecto,
etc.
Desde el punto de vista externo
resulta esencial la comunicación del
niño con el adulto, fundamentalmente con la madre. Esta es la actividad
rectora de esta etapa.
Por una parte el adulto le va a proporcionar
los estímulos necesarios para su desarrollo sensorial condición indispensable
para la maduración del cerebro. El adulto contribuye a esto hablándole al niño,
acercándole objetos para que mire y palpe, proporcionándole sonidos, etc.
Por otra parte el cuidado y la ayuda
que el niño recibe de la madre lo conducen a establecer un vínculo afectivo con
ella que después puede transferir y generalizar a otras figuras.
Tampoco se puede perder de vista que
el adulto es el responsable de la satisfacción de las necesidades orgánicas del
lactante.
A partir de la interacción de estos
factores que hemos mencionado aparecen logros significativos tanto en el área
emocional como en el área cognoscitiva.
El primer indicador de manifestación
emocional positiva lo marca la sonrisa
social (alrededor del mes) como respuesta a un estimulo externo
agradable (objeto, palabra de un adulto).
Otra adquisición importante en esta
esfera es el complejo de animación
alrededor de los tres meses. Este se pone de manifiesto cuando el niño fija la
vista en un rostro y se ríe moviendo vivamente los bazos y piernas (pedaleo).
Por otro lado se produce un desarrollo de los órganos de los
sentidos (oído y visión fundamentalmente) que permite la recepción de
estímulos externos.
Ø A los tres meses el niño
debe fijar la mirada en un objeto o rostro, seguir objetos con la mirada en
distintas direcciones y mover la cabeza hacia el lugar de donde proviene un
sonido.
Ø A los 6 meses debe
reconocer la voz de una persona allegada y buscar con la vista objetos que caen
frente a él.
Ø A los 9 meses presta
atención cuando escucha su nombre.
Ø A los 12 meses debe
ejecutar órdenes sencillas.
También se produce un desarrollo de los movimientos corporales.
Ø Entre los 2 y 3 meses debe
lograrse el sostén cefálico.
Ø Entre los 5 y 6 meses debe
sentarse.
Ø De los 6 meses en adelante
debe gatear.
Ø Entre los 9 y 10 meses debe
pararse
Ø Alrededor de los 6 meses se
comienza a desarrollar la acción prensil, que consiste en el perfeccionamiento
del movimiento de la mano hacia el objeto y en el desarrollo de la posibilidad
de oposición del pulgar.
Ø Al año aproximadamente debe
lograr la marcha (tambaleante pero independiente).
Durante la lactancia se sientan las bases para el desarrollo del lenguaje.
Ø Antes de los 3 meses el
niño debe lograr el gorjeo.
Ø Alrededor de los 5 meses en
adelante aparece el balbuceo y el niño imita sonidos propios o de otras
personas.
Ø Cerca de los 9 meses debe
comenzar a pronunciar palabras como por ejemplo mamá, papá y leche.
Alrededor de los 12 meses de vida se
manifiesta la crisis del primer año que expresa la contradicción entre
la creciente necesidad de comunicación con el adulto y las posibilidades reales
para comunicarse, y el hecho de que el desarrollo del lenguaje pasivo es más
amplio que el del activo. Esta crisis debe resolverse con el dominio del lenguaje que se alcanza en
la siguiente etapa.
Sexualidad:
En esta etapa el niño comienza a
descubrir su cuerpo, se lo toca y descubre sus genitales y es lógico que
experimente sensaciones agradables al tocarlos por las terminaciones nerviosas
que se encuentran en esas zonas. No se le debe reprender en este caso sino que
se le debe desviar la atención hacia un objeto.. En estos casos son los padres
los que le dan una connotación a este hecho que para el niño no tiene.
Problemas de salud y medidas de
promoción y prevención:
En las etapas neonatal y lactancia
aparecen riesgos de que el niño presente trastornos emocionales que están
determinados por las características de su relación con el adulto como por
ejemplo trastornos de los hábitos de sueño y
alimentarios. El rechazo materno puede provocar que el niño rechace el
pecho y la inconsistencia de la actividad materna (cuando esta oscila de los
mimos a la hostilidad) puede provocar trastornos de la motilidad y trastornos
psicofisiológicos como cólicos, vómitos e infecciones respiratorias. La
sobreprotección ansiosa por parte de la madre puede generar ansiedad en el
niño. La ausencia de la figura materna en los primeros meses de vida puede
generar trastornos graves y hasta fatales como el hospitalismo.
En estas etapas también son frecuentes
los accidentes. La boca es frecuentemente utilizada por los niños para explorar
los objetos lo cual hace que el riesgo de asfixia por atragantamiento sea
elevado en esta etapa. También se debe tener cuidado con los envases de agua y
palanganas o tinas para el baño de los niños, ya que con pocos centímetros
cúbicos de agua estos pueden ahogarse.
El papel fundamental en la promoción
de salud y la prevención de estas enfermedades lo tiene el adulto.
Se recomienda en esta etapa
intensificar la higiene personal y ambiental, vacunarlo, llevarlo a la
consulta, brindarle el afecto necesario.
La lactancia materna resulta muy
importante pues previene enfermedades, proporciona al niño los nutrientes
especifico que necesita y es una vía efectiva de comunicación y transmisión de
afecto de la madre al hijo.
Estas medidas contribuyen a evitar que
aparezcan problemas de salud como las enfermedades infecto-contagiosas y
evitarán también que el niño se retarde en su desarrollo emocional y psicomotor,
lo cual constituye el problema de salud psicológica distintivo de la etapa.
Es importante la
existencia de un ambiente familiar adecuado y estable.
EDAD TEMPRANA
(1 a 3
años aproximadamente)
Al adentrarse en la edad temprana el niño trae
como premisas los logros que alcanzó durante la lactancia, una gran
necesidad de comunicación y un interés creciente hacia el mundo de los objetos.
El desarrollo de la actividad con objetos en la acción conjunta con el adulto
constituye la actividad rectora de la etapa. El niño comienza a familiarizarse
con el mundo de los objetos y a comprender sus funciones. Esto sólo lo puede
lograr a través de la acción conjunta con el adulto quien es el encargado de
responder a las preguntas primero qué es y después para qué sirve. A partir del
interés que despiertan en el niño los objetos se propicia el desarrollo de sus
movimientos, del lenguaje y del resto de los procesos psíquicos. Esto no quiere
decir que no resulte importante la comunicación que se establece entre el niño
y el adulto fuera del marco de la actividad con objetos.
En cuanto al desarrollo psíquico de
esta etapa resulta significativo el desarrollo que alcanza el lenguaje, que
incluye el perfeccionamiento de la comprensión del lenguaje de los
otros (esto se conoce como lenguaje
pasivo) y la formación del
propio lenguaje activo del niño .El lenguaje se convierte en el
instrumento de conocimiento y acceso a una realidad lejana de su experiencia
directa.
También en esta etapa el niño debe
dominar la marcha erecta,
esto amplía grandemente sus
posibilidades de contacto con el entorno y también posibilita que el niño
aprenda las distancias entre los objetos y su propia disposición en el espacio.
Durante la edad temprana se comienza a
desarrollar el pensamiento, en este caso se desarrolla ampliamente la modalidad
del pensamiento visual por acciones:
el niño piensa acerca del objeto en la medida en que realiza acciones con él.
También aparece de forma incipiente el pensamiento visual por imágenes:
el niño piensa acerca del objeto a partir de la imagen mental que se ha formado
del mismo. Además se inicia la función
simbólica de la conciencia: el niño logra separar el objeto de la
acción y como resultado comienza a tener la posibilidad (de manera consciente)
de cumplir una acción con objetos que no le corresponden o de utilizar un
objeto para una función que no tiene (objeto sustituto).
Se desarrolla el juego por imitación.
Surge además en esta etapa el lenguaje egocéntrico: el niño
durante la actividad habla para sí y esto actúa como apoyo del pensamiento
visual por imágenes, haciendo expresar al pequeño su propósito con antelación a
la acción práctica, previendo y regulando por lo tanto su conducta.
En la esfera emocional se produce la crisis de los tres años,
(también conocida como la crisis de “yo solito”) que marca el paso a la
siguiente etapa evolutiva. Esta es una crisis de identidad y constituye el
indicador de que el niño ha comenzado a comprender su existencia como ser
independiente y a distinguir sus necesidades y sentimientos. Aparecen
comportamientos negativistas, rebeldes, caprichosos, actitudes egoístas, mayor
empleo de pronombres posesivos y personales (yo, mi, mío). Esto es un indicador
de que el niño esta construyendo su identidad.
Esta crisis es el primer indicador del
desarrollo de la personalidad.
Para resolver positivamente esta
crisis el adulto debe considerar las nuevas posibilidades del niño y otorgarle
gradualmente mayores libertades, sin perder de vista que las peculiaridades de
la etapa (marcha erecta, interés por conocer nuevos objetos) lo acercan a los
accidentes.
Sexualidad:
En cuanto a su sexualidad el niño a
los tres años comienza a desarrollar su autoconciencia y se reconoce como hembra
o varón. A esta edad es posible ya reconocer si el niño logró una buena
identificación sexual que manifestará en conductas adecuadas a su sexo. Los
padres deben lograr una buena identificación sexual en sus hijos ofreciéndoles
modelos adecuados. Los niños se interesan por las diferencias que hay entre los
genitales femenino y masculino. El juego fija su sexualidad. Aparecen las
preguntas, los por qué y quieren saber así, como se hicieron los niños, cómo entraron en la barriga de la mamá, por
dónde salieron, etc., cuestiones que deben responder los padres con un lenguaje
comprensible para el niño.
Problemas de salud y medidas de
promoción y prevención:
Durante la edad temprana los niños
pueden padecer ansiedad de separación, fobias, trastornos excitatorios,
pesadillas, terrores nocturnos y los tan conocidos celos y perretas (rabietas,
pataletas).
No resulta extraño que los niños
tengan accidentes durante esta etapa, pues su creciente interés por el
mundo de los objetos y las posibilidades que le da la marcha, lo pueden llevar
a situaciones peligrosas, se debe prestar atención especial a escaleras,
balcones, conductores y salidas de electricidad, recipiente con sustancias
tóxicas, etc.
Es importante resaltar que para evitar
estos problemas no es la sobreprotección la vía más adecuada. El niño necesita
explorar su medio para poder desarrollarse, sólo hay que extremar las medidas
de seguridad.
Durante esta etapa el adulto debe
preocuparse por el mantenimiento de un horario de vida adecuado para el niño,
el control de los esfínteres, un buen manejo de los hábitos alimenticios,
satisfacer sus intereses cognoscitivos y estimular el juego. Algunas de estas
medidas estimularán directamente su desarrollo psicológico y otras evitarán
además que aparezcan enfermedades frecuentes en esta etapa como las
infecciosas.
El adulto debe además ser el principal
apoyo del niño ante situaciones de estrés y riesgo.
Es importante la
existencia de un ambiente familiar adecuado y estable.
EDAD PREESCOLAR (3 a 6 años, aproximadamente)
En esta etapa el niño se ve sometido a
nuevas y superiores exigencias por parte del adulto, relacionadas con el
aprendizaje de los roles y las normas de conducta social. En los preescolares
menores (3 – 4 años) las reglas están relacionadas con la formación de los
hábitos higiénicos, alimentarios, de sueño-vigilia. En los preescolares medio y
mayores (4 – 6 años) debido a la propia complejidad de la actividad infantil
pasan a un primer plano las reglas relacionadas con las relaciones mutuas entre
los niños.
La conducta del niño debe ganar en
organización y autonomía pero ya cuenta con un grado superior de desarrollo
emocional e intelectual que le
posibilitan la asimilación de las nuevas exigencias.
El desarrollo de la personalidad en
esta etapa se relaciona con tres aspectos fundamentales: uno es el surgimiento
de nuevos motivos de conducta
como son los relacionados con los intereses de los niños respecto al mundo de
los adultos, los lúdricos (relacionados con el juego), los de interrelación positiva
con el adulto, los de autoafirmación y autoestima, y por último los
cognoscitivos.
Otro aspecto es el desarrollo de los sentimientos de
orgullo y vergüenza, que aparecen ligados a la evaluación de su
comportamiento que hacen los adultos.
Como tercer aspecto, tenemos que se
produce un mayor desarrollo de la
voluntad:
- se
desarrolla el autodominio y el control voluntario de la conducta;
- las
circunstancias externas dejan de influir gradualmente en la realización
del objetivo que el niño se traza;
- el
niño adquiere la habilidad de subordinar las acciones a motivos
considerablemente alejados de la acción en sí misma.
En el área intelectual específicamente
también se producen grandes avances (esta etapa se conoce como edad de los ¿por
qué?).
Se enriquece el lenguaje en cuanto al volumen del vocabulario, el dominio de
nuevas formas gramaticales y la calidad de la comprensión. Aparece el lenguaje explicativo, necesario
para la interacción con los adultos y coetáneos. Desaparece el lenguaje
egocéntrico ya que sus funciones planificadora y reguladora se van
internalizando.
En esta etapa se desarrolla por
completo el pensamiento visual por
imágenes; aumenta la capacidad de la concentración de la atención; se enriquece la imaginación y se conserva la
información en memoria durante
más tiempo.
La actividad fundamental o rectora
en esta etapa es el juego de roles
ya que posibilita todas las adquisiciones psicológicas del periodo.
En el juego de roles el niño a través
de la reproducción del comportamiento de los adultos comienza a captar y
asimilar las normas y roles sociales; entrena la voluntad y los sentimientos al
tener que interactuar con los demás niños, tener sus opiniones en cuenta,
recibir sus valoraciones, ponerse de acuerdo en el juego; realiza esfuerzos
atencionales, memorísticos e imaginativos, para crear y mantener un argumento
de juego; las acciones con objetos sustitutos favorecen el desarrollo del
pensamiento; se entrena el lenguaje pues el niño necesita comprender y hacerse
comprender en la situación de juego.
En esta etapa el adulto desempeña un
papel muy importante pues no solo debe propiciar las condiciones necesarias
para el juego, sino que su conducta, sus expresiones, y los valores y normas
que estos llevan implícitos se convierten en un patrón para el niño.
Con la entrada a la escuela, al
finalizar la etapa preescolar se produce una nueva crisis de identidad,
al entrar en contacto con niños que, producto de su proceso de desarrollo,
presentan subjetividades diferentes a la suya. Las nuevas exigencias sociales,
emocionales e intelectuales que surgen ante el niño con la entrada a la escuela
son factores que también inciden en la
crisis. Pero con una adecuada preparación por parte del adulto, antes y
durante el periodo escolar, los efectos de la crisis pueden reducirse.
También es necesario señalar que en la
mayoría de los niños que han estado institucionalizados desde edades más
tempranas (círculo infantil, jardines de infantes, etc.) la esta crisis debe
tener una repercusión menor porque estos niños han sido socializados en un
ambiente que puede tener varios aspectos en común con la escuela.
Sexualidad:
En cuanto a la sexualidad imitan los
roles de sus padres, continúan haciendo preguntas sobre la concepción y el
nacimiento. Imitan también a los adultos en sus juegos sexuales y se hace más
clara su conducta en cuanto a su rol sexual.
Problemas de salud y medidas de
promoción y prevención:
Durante la edad preescolar los niños
pueden presentar hiperactividad, agresividad, timidez, encopresis, perretas,
etc.
En esta etapa del desarrollo el adulto debe estimular los motivos
cognoscitivos en el niño y reconocer cada vez más su necesidad de autonomía.
Así mismo debe trasmitirle afecto, seguridad, confianza, elogiarlo cuando lo
merezca, promover la disciplina sin utilizar la humillación como vía, mantener
una buena comunicación con él, promover en él la autoconfianza.
Es importante la
existencia de un ambiente familiar adecuado y estable.
También debe extremar medidas
higiénicas que contribuyan a evitar que aparezcan las enfermedades infecciosas
y las caries dentales que son típicos de la etapa, así como prestar atención a
los accidentes que pueden producirse en el hogar y fuera de él y en las
actividades de juego
EDAD ESCOLAR (6 a 12 años
aproximadamente).
En la edad escolar se producen
transformaciones significativas en las condiciones externas del desarrollo. La
entrada a la escuela trae consigo cambios en los sistemas de actividad y comunicación y nuevas exigencias
para el niño tanto desde el punto de vista intelectual como emocional.
Para un adecuado
enfrentamiento del niño a las exigencias de la actividad y la comunicación en
esta etapa resulta necesaria una preparación previa al arribo al medio escolar,
dada por premisas anatomofisiológicas y psicológicas resultado del desarrollo
de la personalidad en la etapa preescolar.
En cuanto al sistema de actividad
debemos referirnos a las actividades institucionalizadas y a las actividades
no institucionalizadas.
La actividad institucionalizada más
importante es la actividad de estudio,
actividad rectora en esta etapa. Ésta tiene un carácter obligatorio y
planificado y su objetivo fundamental es la asimilación por parte del niño, de
un sistema de conocimientos como etapa inicial de su preparación para la vida
adulta. De aquí la importancia que adquiere la organización del proceso docente
educativo en el desarrollo de la personalidad del escolar, tanto de los
procesos cognitivos como afectivo – motivacionales y la responsabilidad de la escuela,
en conjunto con la familia, en la
formación y desarrollo de su personalidad.
En la escuela el niño debe
realizar también actividades extradocentes: deportivas, culturales, políticas, recreativas. Esto
contribuye al desarrollo en él de intereses variados en la esfera cognoscitiva
y en la motivacional.
La actividad no
institucionalizada más significativa continúa siendo la de juego, pero esta se amplía y complejiza. En el escolar continúa
el desarrollo del juego de roles, aunque cambia en relación a la duración, los temas que aborda y los
contenidos del mismo. Aparece, además en esta etapa, el juego
de reglas.
Dentro de los juegos de
reglas se incluyen todos aquellos en los cuales el escolar tiene que seguir
determinadas normas para el desarrollo del juego, siendo algunos
ejemplos: el juego de bolas, las damas, parchís y los escondidos. Estos juegos
son practicados por el niño con sistematicidad, constituyendo un factor que
influye en su desarrollo moral, dada la sujeción de la conducta del niño a
determinadas normas.
El juego de roles cambia
en cuanto a su duración, ya que los niños pueden permanecer jugando durante
mucho tiempo, o por el contrario, no invertir mucho tiempo en el juego o
simplemente no jugar, aún cuando no tengan ninguna otra ocupación ni actividad
que realizar.
Por otra parte, los temas
que se incluyen en el juego de roles del escolar resultan más variados y
trascienden la experiencia directa del niño, lo cual no ocurría en la etapa
anterior. A los representantes del sexo masculino, les gusta representar
profesiones heroicas como aviador, policía o bombero; mientras que a las
hembras prefieren otras profesiones como doctora, maestra, etc.
En relación con el
contenido del juego de roles, el escolar va a representar no sólo cualidades
valiosas de otras personas, sino que incluye en el contenido sus propias
cualidades, lo cual va a influir de manera importante en la formación de la
autovaloración del escolar.
En cuanto al sistema de
comunicación resulta oportuno hacer una breve referencia a cómo se desarrolla
la comunicación del escolar con las diferentes personas que lo rodean.
En esta etapa, aparece el maestro como figura clave del desarrollo de la personalidad del
escolar. Éste constituye una autoridad sagrada hasta aproximadamente el 4to
grado y sus criterios influirán en el desarrollo de la autovaloración del niño;
y su aceptación o rechazo en su bienestar emocional. Por ello, el papel que
desempeñe el maestro en la formación del escolar será decisivo en el desarrollo
del mismo.
Por otra parte el grupo
escolar y la posición que el niño ocupa
dentro del mismo (aspecto que a partir de cuarto grado se convierte en motivo
fundamental de su conducta), juegan un importante papel en el desarrollo de la
personalidad del escolar.
Los escolares aceptados
por sus coetáneos, desarrollan una autovaloración más
adecuada, así como características personológicas más favorecedoras de
su desarrollo individual, en tanto los escolares rechazados pueden subvalorarse
y adquirir características y rasgos negativos como pueden ser la timidez, el
retraimiento, etc.
Las características que
determinan la aceptación del niño en el grupo van a orientarse, más que por el
éxito docente, por la iniciativa, independencia, destreza física, carácter
estable y el cumplimiento de las normas de carácter social.
Con respecto a la relación
con la familia se debe señalar
que esta exige del escolar el cumplimiento de sus responsabilidades,
fundamentalmente relacionadas con el estudio. La actitud de los padres ante la
conducta del niño en la escuela contribuirá a reforzar o debilitar sus
intereses por la actividad de estudio, estando relacionados muchos de los
problemas del aprendizaje y/o conducta en los escolares con situaciones
familiares inadecuadas (conflictos, carencia afectiva, etc.).
Veamos ahora los avances
en el desarrollo psíquico que deben surgir como resultado de la interacción
entre las condiciones externas y los
procesos internos del desarrollo durante
la edad escolar.
En la edad escolar surge
el pensamiento conceptual. El pensamiento del escolar opera a través de conceptos científicos
por lo que puede adentrarse en el conocimiento de la esencia de los diferentes
objetos y fenómenos de la realidad. Para descubrir esta esencia, el niño tiene
que partir de situaciones concretas, manifestando aún dificultades para
diferenciar lo esencial de lo secundario, establecer comparaciones y con
tendencia a dar soluciones estereotipadas.
Por otra parte, el
pensamiento se apoya en procesos que operan a nivel mental y favorecen la
asimilación de los conceptos científicos (comparación, análisis, síntesis,
generalización, abstracción, etc.) y se vincula a la palabra, conformándose el
plano del lenguaje interno.
La percepción
en el escolar va perdiendo su carácter emotivo para hacerse
más objetiva. Surge la observación como percepción voluntaria y consciente, posibilitando un conocimiento más detallado de los
objetos y las relaciones entre estos. Se muestra una estrecha relación
pensamiento – percepción.
En el escolar aumenta la rapidez de fijación y el volumen de retención de la memoria, ésta adquiere un carácter voluntario. La memoria se apoya
en la utilización de medios auxiliares, siendo cada vez más lógica.
El escolar debe memorizar
y establecer relaciones entre los conceptos que asimila, con sus propias
palabras y en un lenguaje comprensible para los otros, expresándose así la relación
memoria - pensamiento - lenguaje.
La atención adquiere un carácter voluntario, aumentando a su vez el volumen y la capacidad de
concentración de la atención.
En cuanto a la imaginación (que es el proceso psicológico que posibilita al hombre la
representación de objetos y situaciones que como tal no ha percibido, creando
nuevas imágenes mentales y constituyendo un reflejo de la realidad, que puede
materializarse), tenemos que en los inicios de la edad escolar el niño imagina
de manera muy particular las relaciones de la realidad y su propio pensamiento,
pudiendo sus características clasificarse en:
Ø Realismo infantil: confusión entre lo externo y lo interno, lo objetivo y lo subjetivo.
Ejemplo, cuando el niño considera que sus sueños entran y salen de su
habitación.
Ø Animismo: dotar de vida a
objetos inanimados sobre todo cuando cumplen una función útil. Ejemplo, cuando
el niño considera el sol vivo porque da luz.
Ø Artificialismo: explicación que
dan los niños al origen de las cosas. Comienzan por considerar que el ser
humano crea todo lo natural y posteriormente señalan que las cosas devienen
unas de otras por generación.
Por otra parte el escolar
comienza a desarrollar un lenguaje coherente necesario para la comprensión, lo que le permite asimilar
las enseñanzas que recibe y el desarrollo de la capacidad de expresar lo
aprendido de manera comprensible para otros.
Comienza a utilizar el lenguaje
escrito, lo que contribuye a la coherencia
del lenguaje hablado. Ambos tipos de lenguajes, además de la función
comunicativa, comienzan a poseer una función intelectual, al unirse pensamiento
y lenguaje en tanto el pensamiento opera a través de conceptos que se definen
con palabras.
En el área
afectivo-motivacional resulta significativo el desarrollo
de intereses cognoscitivos que se produce en
esta etapa.
En los primeros grados el
interés cognoscitivo está muy relacionado con la aprobación del maestro y
orientado hacia el proceso de estudio. A mediados de la etapa, los niños
comienzan a interesarse por el resultado, lo que se desarrolla en la medida en
que el niño conscientiza sus progresos cognoscitivos y la utilidad de dichos
conocimientos. En los grados terminales de la etapa, el interés no estará
dirigido solamente al conocimiento de los hechos, sus causas y relaciones, sino
también a la solución de determinados problemas.
También las
emociones y los sentimientos se desarrollan
durante la edad escolar. Durante este periodo disminuye la excitabilidad
emocional y el niño logra un mayor control de sus reacciones físicas,
sustituyéndolas por reacciones verbales. Además, aumenta la variedad y riqueza
de sus emociones, las que se hacen más objetivas.
En los primeros grados las
vivencias emocionales están vinculadas al éxito escolar, dependiendo
posteriormente de las relaciones del niño con sus coetáneos y del lugar que
ocupa en el grupo. A su vez, se desarrollan sentimientos sociales y morales tales
como la amistad y el sentido del deber.
Los sentimientos y
emociones son fuentes importantes de satisfacción afectiva para el niño,
favoreciendo el desarrollo de intereses, la seguridad en sí mismo, etc.
Además los escolares
presentan un mayor nivel de desarrollo de la función
subjetivo – valorativa (valoración de sí
mismo) de la autovaloración que de la reguladora (actuar en correspondencia con su auto
percepción). El niño prefiere la valoración de los resultados por adultos, que
su autovaloración acerca de los mismos.
La autovaloración en esta
etapa depende de la valoración social, la cual debe valorar tanto sus
resultados escolares como sus cualidades personales y su conducta en aras de
fomentar el desarrollo de una autovaloración adecuada, lo que repercutirá en su
vida de relación con quienes lo rodean.
La autovaloración del escolar es más objetiva, al contar con una mayor experiencia para valorar su
propio comportamiento, pero aún depende en gran medida de los criterios
externos.
En la edad escolar, el ideal constituye un modelo de gran significación emocional para
el niño, que sirve de patrón de valoración de su propia conducta y la de los
otros. Los ideales en esta etapa son concretos, siendo el modelo una persona cercana al niño y
presentando además un fuerte carácter emocional, más que racional.
La característica más
distintiva del desarrollo de la esfera moral del escolar es la formación de cualidades
morales como motivos estables de la
personalidad. Ello está estrechamente vinculado al nivel de desarrollo
alcanzado por la autovaloración, así como a un mayor control de la conducta por
parte del niño.
Sexualidad:
Al final de esta etapa se intensifican
las relaciones interpersonales entre los sexos. Hay un mayor predominio de los
grupos mixtos, heterosexuales, que en etapas anteriores. Empieza la maduración
sexual, aparecen los caracteres sexuales secundarios siendo más precoces las
hembras en este desarrollo.
Problemas de salud y medidas de
promoción y prevención:
En esta etapa existe la posibilidad
de que el niño presente trastornos de inadaptación al ambiente, rechazo a la
escuela, trastornos de aprendizaje, déficit de atención, hiperactividad,
agresividad, retraimiento, timidez, indisciplinas escolares, trastornos del
sueño, enuresis, etc.
Por todo esto es
importante que se realice un manejo social y afectivo apropiado. Se debe
trasmitir al niño cariño, confianza, seguridad. No es necesario ni adecuado
subestimar la capacidad de comprensión del niño, se le debe hablar y escuchar,
explicarle por qué se toman determinadas medidas. Los padres deben tener en
cuenta cuál es el estilo educativo más apropiado para el desarrollo del niño.
Así mismo el adulto debe
conocer las preocupaciones del niño.
La relación entre la
familia y la escuela debe ser estrecha.
Es importante la
existencia de un ambiente familiar adecuado y estable.